Una Mirada Distinta Sobre La Disrupción
Disruptivo no es una virtud, es el choque a la realidad de quien la recibe.
Antes de hablar de disrupción, necesitamos entender cómo ocurre un cambio.
Todo cambio atraviesa tres estadios: certidumbre, incertidumbre y caos.
La disrupción aparece cuando este tránsito se vive como un choque, no como un proceso consciente.
La forma más simple de describir un cambio es la siguiente: cambiar implica agregar o sustraer reglas. Ambas responden a un nuevo estándar que buscamos en lo personal y organizacional. Ambos pueden generar incertidumbre o caos en el camino de aprender algo distinto.
En otras palabras, todo cambio real exige un cambio de identidad. De lo contrario, es un cambio entre comillas, podríamos estar repitiendo patrones anteriores en contextos nuevos.
Ejemplos simples:
Si normalmente no tenemos horario para levantarnos y mañana decidimos hacerlo a las 5 AM, agregamos una regla: eso es cambio.
Si en una reunión que requiere decisión hay 20 personas y ninguna tiene un rol de decisión, sustraer la regla implícita de "todos participan", también es cambio.
El modo en que transitamos el cambio de reglas depende del desconocimiento o de la experimentación que tengamos sobre ellas. Una cultura que siempre normalizó reuniones sin decisiones vivirá un caos temporal cuando esa regla desaparezca, hasta que aprenda otra forma de interactuar.
Cada regla se corresponde a un estándar nuevo y todo estándar es un rasgo de una identidad distinta.
Disrupción significa una ruptura fuerte con lo establecido, que cambia de manera radical la forma de algo: hábito, producto, servicio, mercado, negocio, casi infinitas posibilidades.
En la práctica, la disrupción no es más que la falta de dedicación de tiempo a comprender el para qué algo es necesario. Un cambio disruptivo en el mercado, es algo que sorprende a otros, pero quien hace la disrupción no lo hace sorprendido sino con sentido, con conocimiento de lo que hace.
El cambio requiere:
Claridad en la ambición: lo nuevo que invita un cambio de identidad y estándares.
Inversión en tiempo y dinero. No solo en la ejecución y los tiempos de agenda, sino también en la forma de internalizar lo nuevo.
Internalizar lo nuevo es reconocer que el sistema actual, o parte de él, no puede lograr la ambición y que si puede lograrla no estamos cambiando, sino optimizando lo que existe.
La disrupción sucede cuando el cambio, en pos de ser rápido, se salta la parte de generar consciencia que es un cambio de sistema.
Cuando se salta ese proceso, basta con un correo electrónico, una presentación en powerpoint y una reunión para "dar por iniciado" el cambio. El resultado: personas intentando hacer algo nuevo sobre las reglas viejas del sistema actual.
Es aquí cuando la disrupción, en lugar de ser algo a destacar, es una consecuencia de haber perdido de vista factores claves en el cambio.
Ser disruptivo no es saltar al océano y buscar el salvavidas después. Es asumir un cambio de identidad y que el sistema actual no puede llevarnos hasta ahí. Lo que implica que necesitamos crear un nuevo sistema que deje obsoleto el anterior.
El cambio es disruptivo cuando, para quien lo recibe, representa algo desconocido que choca con su realidad. Sin embargo, quien lo impulsa necesita comprender plenamente lo que está creando, para que no lo sea.
Para minimizar lo "disruptivo", ese choque, es necesario agregar 4 capas en cada interacción:
Propósito: recordar el cambio que transitamos.
Comunicación: mostrar dónde estamos en ese tránsito.
Distinción: utilizar el nuevo lenguaje del nuevo sistema.
Repetición: contar lo mismo de múltiples formas, infinitas veces, hasta que sea parte de la realidad.
Esto no exige campañas largas de concientización. Puede ser utilizado en 30 segundos, 5 minutos, 1 hora para empezar una reunión, una conversación de pasillo o un workshop. Lo importante es naturalizar lo nuevo en la experiencia cotidiana en cada momento.
El sistema anterior nunca debe quedar como "plan B": allí habita la identidad, los hábitos y las creencias que decidimos dejar atrás.
Disruptivo no es una virtud en sí misma. Es un síntoma: muestra que falta un puente entre el presente y el futuro.
Concentrarnos en la ambición es clave y en la experiencia hacia allí, puede llevarnos a un lugar distinto. Sin embargo, siempre será hacia un lugar distinto, nunca al sistema anterior.
La maestría en el cambio no consiste en celebrar la disrupción, sino en usarla como señal de ajuste. Ahí radica la verdadera virtud.
Julián.

